Hoy en día el término “retraso mental” ha sido sustituido por el de discapacidad intelectual o cognitiva ya que describe mejor a las personas que lo padecen. Su discapacidad se manifiesta por limitaciones en el funcionamiento intelectual, la conducta adaptativa y las habilidades prácticas sociales y conceptuales.
Existen muchos mitos alrededor de esta discapacidad que no siempre son reales.
Mito: Una persona con discapacidad mental nunca se recupera.
Realidad: Si bien no pueden recuperarse del todo, con terapias y tratamientos adecuados pueden tener grandes avances, ser autosuficientes y llevar una vida autónoma.
Mito: Una persona con retraso mental no puede tener un trabajo.
Realidad: Dependiendo del nivel, las personas que lo tengan leve o moderado, pueden tener una vida productiva y un trabajo remunerado. Muchas veces son trabajos artesanales o de tareas sencillas pero que lo realizan con mucha calidad.
Mito: Son eternos niños.
Realidad: La tendencia a percibirlos y tratarlos como niños siempre no permite que desarrollen conductas de independencia y autonomía. Esto incluye tareas cotidianas como comer o vestirse.
Mito: Son incapaces de aprender.
Realidad: Es importante tener en cuenta la capacidad de cada uno para potenciar todas sus habilidades y lograr que alcance el máximo de su potencial. Pueden aprender, hay que adaptar los contenidos y la forma de presentarlo de acuerdo a cada persona.
Mito: No pueden entender las cosas.
Realidad: Si pueden entender. Aunque muchas veces no puedan expresarlo, no significa que no comprendan lo que se les dice o lo que ocurre en su entorno.